Equipo Tuareg. 25/03/23.- Francisco Javier Fernández, “Javi” para los amigos”, es licenciado en Derecho y en Ciencias políticas. Abogado no ejerciente en la actualidad, trabajó como técnico asesor en el Grupo Parlamentario de IU en la Asamblea Regional de Murcia y también en los grupos municipales de esta formación política en los ayuntamientos de Murcia y de Lorca. Pero ante todo es un apasionado de la  política, de la lectura, del trabajo. Y especialmente un analista político de la izquierda con una mente clara, precisa y certera. Nos habla de este “picoesquina” que es esta región, pero no desde una punto de vista localista, sino desde la perspectiva de un globalidad altamente dinámica. En definitiva, nos ayuda a encontrar las claves que nos saquen del lodazal del “valcarcismo” en Santa Alianza con el universitario catolicismo agroindustrial.

Empezaremos intentando encontrar la categoría geopolítica que define esta época. Al respecto, Rafael Sánchez Cedillo en su último libro, “Esta guerra no termina en Ucrania”, la ha definido como de “régimen de guerra”. ¿Cuál es la perspectiva desde la que usted aborda el conocimiento de la época que enmarca el momento presente?

Primero habría que precisar qué es “esta época” y cuál el marco temporal que queremos analizar. No creo, en cualquier caso, que el último acontecimiento mundial, por muy importante que sea, tenga que definir una época. Los sociólogos y los politólogos son muy dados a ponerle nombre y apellidos a todo. Se trata de “capitalismo”.  “Global”, porque estamos en el siglo XXI, y “desterritorializado”,  porque esa globalización junto a la revolución tecnología facilitan mucho que “la pasta” no tenga patrias.

Eso sí, ese capitalismo, da igual en el XIX, el XX o el XXI, siempre ha necesitado de dos cosas para sobrevivirse, para sobrevivir a sí mismo: crisis económicas y guerras.

En ello estamos.

¿Qué papel juega, o le han hecho jugar, este país en este momento epocal?

España es periferia de Europa, de una Europa que está en manos de una clase política que es, sin duda, de las peores que ha conocido el viejo continente desde los tratados fundacionales de mitad de siglo XX. Y también claro, en manos de la OTAN. Hace años que entregamos a quienes mandan en esas dos superestructuras aspectos esenciales de nuestra soberanía como Estado. Haber entregado “las máquinas de hacer monedas”, que siempre ha sido uno de los aspectos esenciales de la soberanía en el sentido más tradicional del término, es controvertido porque nuestra pertenencia a la Europa del euro tiene aspectos positivos y negativos. Pero además de la manivela de los billetes, también hemos entregado muchas más cosas, entre ellas las relaciones internacionales y el poder de decisión en torno a la guerra. Recordar aquella papeleta del referéndum de la OTAN en 1986 y las condiciones que en ella venían plasmadas, da risa.

Luego está el bloque duro de la política económica de quienes mandan en Europa, que España sigue a pies juntillas con independencia de si aquí gobierna la derecha o lo hace la social-democracia liberal, y también al margen de si esas políticas son unas veces más austericidas y otras más keynesianas.

El papel de España está absolutamente subordinado a quienes dirigen ambas estructuras, que no necesariamente coinciden con quienes aparecen en las fotos. El poder siempre es menos visible de lo que nos hacen creer.

“Esa demanda (del agua) ha generado una suerte de nacionalismo  murciano-levantino, que algunos teóricos más listos que yo han llamado “nacionalismo hidráulico murciano”, y que con la pancarta del “agua para todos” ha servido a la derecha murciana para ganar las elecciones de casi tres décadas. Una anomalía política que nos retrasa como pueblo y que la Izquierda está obligada a superar.”

Veamos ahora, en dos cuestiones, las líneas de enlace y mutua retroalimentación de la Región de Murcia con el Estado que se materializa como Régimen del 78. Primero. ¿Qué posición o función ocupa Murcia en dicho régimen estatal?

Si España es periferia de Europa, Murcia lo es de España. No se trata de responsabilizar de ello a la vía constitucional que nos correspondió para acceder a la autonomía. Otros también lo hicieron y están infinitamente mejor. Somos un “picoesquina” en el mapa de España que debería estar proyectando hacia fuera cultura, emprendimiento con responsabilidad social, paisajes alucinantes y biodiversidad, historia, poetas y escritores, artistas, agricultura puntera y sostenible, sol y energías renovables… pero estamos proyectando corrupción, transfuguismo, desprecio a nuestros tesoros naturales, asalto a las instituciones, privatizaciones de servicios públicos esenciales, magufos al frente de instituciones educativas ….y los peores índices que hablan de la calidad de vida de los ciudadanos.

La región debería revisar mucho sus demandas hacia el Estado, tanto en lo formal, como en lo sustantivo. Confiarlo todo al agua de los ríos de otras cuencas -es decir a un recurso que ni es tuyo, ni depende de tí- ha empobrecido y lastrado nuestro desarrollo económico, social y hasta cultural. Es verdad que políticamente esa demanda ha generado una suerte de nacionalismo  murciano-levantino, que algunos teóricos más listos que yo han llamado “nacionalismo hidráulico murciano”, y que con la pancarta del “agua para todos” ha servido a la derecha murciana para ganar las elecciones de casi tres décadas. Una anomalía política que nos retrasa como pueblo y que la Izquierda está obligada a superar.

Segundo. ¿Qué aporta al Régimen del 78 el régimen valcarcista que padece la Región de Murcia?

Creo que he respondido a ello en la anterior pregunta. Si quiero aclarar que el término “régimen” tiene ciertas connotaciones negativas que, desde luego, no son proyectables a una parte de los actores políticos que hicieron la transición en España. Hubo gente que dejó muchas horas de esfuerzo, de libertad y hasta la vida, para superar la dictadura. Es verdad que la democracia salida de aquellos años es manifiestamente mejorable y que aún, después de tantos años, quedan transiciones que hacer, entre ellas y muy destacadamente la de la judicatura. Pero no debemos, ni podemos, ni sería justo hacerlo, juzgar con tanta severidad a la Izquierda Española que hizo la transición. Ellos y sus luchas de entonces forman parte de mi cultura política.

“Hay que dejar de señalar a los demás y mirarnos dentro. Muchas cosas cambiarían si así fuese.”

¿Cuáles son los puntos fuertes y débiles del régimen “valcarcista” en la región en su momento de implantación en la sociedad civil murciana?

También creo haber respondido a ello en parte. El análisis, las preguntas, esas preguntas, tendrían que hacerse primero hacia nosotros mismos. Treinta años de derecha en la Región no son producto solo de un periódico poderoso y de una Ley electoral que hasta hace muy poco era una infamia. Hay que dejar de señalar a los demás y mirarnos dentro. Muchas cosas cambiarían si así fuese.

El expresidente de la Región de Murcia por el PP, Pedro Antonio Sánchez  ha sido condenado recientemente a  3 años de cárcel, a 3.600 euros de multa y 17 años y 3 meses de inhabilitación especial para cargo o empleo público por cometer dos delitos de prevaricación en la construcción de un auditorio en Puerto Lumbreras Al albur de los anterior, los medios regionales y las redes sociales han publicado fotografías donde a López Miras y al propio Pedro Antonio Sánchez, se les veía en actitudes de amistad y complicidad. Y al respecto de las declaraciones de López Miras, el pasado sábado 12 de marzo, Ángel Montiel en su columna semanal de La Opinión, nos recordaba las manifestaciones que hizo Fernando López Miras en el congreso del PP. Allí proclamaba «el orgullo de saber de donde venimos y con la satisfacción de haber aprendido de los mejores, hoy no puedo dejar de recordar a Pedro Antonio Sánchez». ¿Cómo le afecta la sentencia condenatoria de Pedro Antonio Sánchez al presidente de la Comunidad Autónoma Fernando López Miras, actualmente portavoz del régimen “valcarcista”, en la medida que puede ser visto como un presidente que no denuncia esas prácticas y que lo ha estado defendiendo hasta el último momento?

Para desgracia de nuestro país y de nuestra región, tenemos sobradas experiencias de la afección asimétrica de la corrupción en el sistema de partidos de España… y de Murcia. La derecha es casi impermeable a ese respecto. Sus electores tienen un listón muy bajo en materia de ética política. Un listón que va subiendo conforme ese electorado se mueve de derecha a Izquierda en el eje ideológico partidista.

Lo hemos visto tantas veces… Hay sentencias condenatorias de muy altos tribunales que llegan a hablar de la cúpula financiera de la derecha en España como “organización criminal”… pero hoy, como partido y como bloque de derechas, están los primeros en las encuestas con muy serias opciones de ganar en España y de seguir haciéndolo en la Región de Murcia

Eso no significa que no debamos hacer de la transparencia y de la decencia política una demanda irrenunciable y, desde luego que también, una seña de identidad de nuestros cargos públicos en el ejercicio de sus mandatos.

Nuestro electorado es éticamente mucho más exigente y está bien que así sea.

Analicemos ahora al marco político de la izquierda transformadora regional. Sabemos que su objetivo político es acabar con el régimen “valcarcista” y para ello es imprescindible conseguir el apoyo de una mayoría social que le permita formar gobierno en la forma que determinase la correlación de fuerzas de todo ese arco hasta el PSOE. En consecuencia con ello, ¿Cuál debería ser la estrategia política que debe plantear la izquierda transformadora para conseguir el apoyo de la mayoría social que le permita llegar al gobierno regional?

La unidad, esa cabecera del periódico del “Pichí” (Se refiere al Partido Comunista de Italia), la generosidad, la inteligencia, la fraternidad entre nosotros y la democracia como método de solución de conflictos en el interno. El faccionalismo en la izquierda es un lastre que no nos podemos permitir. Pese a ello volverá a estar presente en las cabinas electorales de las elecciones de mayo. Hay municipios de la Región en los que es posible que existan hasta tres papeletas a la Izquierda del PSOE para las municipales, cuando el umbral de representación fijado en la LOREG para los municipios está en el 5% de los votos. Es todo un regalo al bloque de la derecha y la extrema derecha.

No entiendo que partidos que saben a ciencia cierta que no alcanzarán ese porcentaje en los municipios, estén anunciando candidaturas para presentarse en ellos. Es el ejemplo más perfecto en el ámbito político-electoral de la expresión “trabajar para el inglés”. De otro lado tampoco ha sido muy comprensible el veto de unos hacia las expresiones partidistas de otros en este bloque.

Así no se puede funcionar y es fácil aventurar que con ello pueda quedar derecha para rato. Ya de por sí vamos justos de “armas” como para estar gastando balas en pegarnos tiros a nosotros mismos.

Yo, en cualquier caso, y por lo que hace a la fuerza política en la que milito, que es IU, me siento decepcionado con el resultado, pero contento con el esfuerzo de unidad que, al menos, han hecho los míos, con José Luis Álvarez Castellanos al frente. El líder de IU debería estar más arriba en la lista autonómica que compartimos con PODEMOS, pero él ha sido consciente de que incluso no siendo así, no debíamos contribuir a la atomización electoral de la Izquierda. Tras todos los esfuerzos desplegados se ha logrado al menos, que no es poco, la unidad de las dos principales actores políticos de este bloque, y vamos a presentar el proyecto electoral más sólido del mismo y el único con opciones reales. Jamás me han gustado las apelaciones al voto útil, pero es lo que hay.

“Sin los nuestros en el gobierno muchas de las mejores cosas que se han hecho… no se habrían hecho. Tenemos la obligación de reivindicarlas.”

Unido a lo anterior ¿cuáles deberían ser los ejes de un discurso alternativo de la izquierda capaz de confrontar con éxito ante el modelo económico-social que ha implantado la derecha?

Hay que combinar la inteligencia del discurso con el alcance, la dirección y la capacidad de los altavoces llamados a pregonarlo. En cualquier caso, si hubiera que hacer algún ajuste en los ejes del discurso yo propondría insistir mucho en las demandas históricas de las tradiciones políticas de las que venimos. El discurso de clase, y además pregonado en los barrios de trabajadores que hay a lo largo y ancho de la geografía regional, es esencial. No es comprensible el abandono de ese espacio por la Izquierda, y más cuando hay quienes pretenden, y hasta lo logran, llenar esos huecos por la extrema derecha.

El discurso del bien común, de la defensa de nuestros patrimonios naturales y culturales, de los servicios públicos que están llamados a cubrir derechos fundamentales como la sanidad y la educación, de la igualdad, del bienestar social… deben seguir siendo centrales. La asunción por la Izquierda de demandas de nuevos derechos de tercera o cuarta generación, que por ahí vamos, no debe en ningún caso relegar la centralidad de los primeros.

De otro lado, por supuesto, en materia de discurso no se puede dejar para el PSOE la venta de los logros más positivos del gobierno del España. Sin los nuestros en el gobierno muchas de las mejores cosas que se han hecho… no se habrían hecho. Tenemos la obligación de reivindicarlas.

Por último, la izquierda transformadora murciana, al igual que la estatal, está en un proceso de unidad, ¿qué opinión le merece el estado de la cuestión al día de hoy? ¿Qué le aconsejaría?

El manejo de los tiempos es esencial en política, y seguramente Yolanda habrá hecho sus cálculos, pero para quienes estamos más ligados a la política municipal no es del todo comprensible ponerse de perfil en esta primera etapa del horizonte electoral de 2023.

Para mí, y para cualquiera, el gobierno de mi pueblo y el de mi región, son tan importantes como el de España.

En cualquier caso la Izquierda también necesita liderazgo y hoy todo apunta a Yolanda. El éxito o el fracaso de ese proceso de unidad que ella quiere proyectar primeramente en el marco de unas elecciones generales va a depender en mi opinión de lo que ya he comentado antes.

Cuando es la democracia la que dirime el conflicto -y habrá conflicto en el reparto de poderes orgánicos e institucionales de SUMAR- es mucho más fácil lograr el éxito.

Si al final, por encima de la democracia se impone “el dedo” del líder, la negociación de cuotas en mesas de camilla, el reparto a cara de perro, el desprecio a las etiquetas políticas no propias… el fracaso estará asegurado.

A ese respecto yo tengo que dar un voto de confianza a Yolanda Díaz. Su carisma, capacidad, empeño y logros conseguidos, junto a la escuela y a las tradiciones políticas de las que procede, la hacen ideal para liderar la Izquierda en la que yo creo.

Ojalá.